El barrio de Erripagaña tiene una notable densidad de edificación y es conocida la demanda de sus vecinos por preservar espacios abiertos y de desahogo que compensen en alguna medida esta situación. La parcela que nos ocupa se encuentra al final de una secuencia de edificios residenciales de igual diseño, perpendiculares a la avenida Erripagaña, pero por suerte, linda al norte con un atractivo parque natural para esparcimiento de los habitantes del barrio.

Este activo tan importante y escaso o nulo en el resto del barrio que nos ocupa es el que nos permite pensar en construir un edificio directamente relacionado con la naturaleza por sus vistas y su luz, protegido de la agresividad del tejido urbano, que aún está por completar en el lado sur por una instalación comercial de gran superficie, garantizando unas dignas condiciones ambientales de la mano de una total funcionalidad técnica y organizativa.

Es el equilibrio entre dichos objetivos el que puede permitir la excelencia de la solución propuesta.